Aprovechando la salida al Besiberri Sud, a la vuelta dimos un rodeo (en el mapa parecía pequeño, pero nos hartamos de curvas) para visitar esta magnífica ferrata, de dificultad K6, y considerada como una de las más difíciles de Cataluña. Sant Llorenç de Montgai, que es donde está ubicada, es un buen lugar para los amantes de la naturaleza, y en particular para escaladores, que vimos unos cuantos. En el bar nos dijeron que durante muchos días al año la boira se instala aquí, y así era el día que fuimos, gris, pero sin amenazar lluvia.

A la ferrata nos apuntamos Cone, Vicente, Niki y yo. Después de un buen almuerzo en el bar que hay en la carretera, dentro del pueblo, nos acercamos al aparcamiento desde donde se sale. Cogimos los trastos, y de ahí al pie de la ferrata hay un cacho, encima cuesta arriba, con lo cual llegas ya con el calentamiento hecho. Cuando llegamos no había nadie haciéndola, así que nos evitamos el problema de ir más rápidos o lentos que otros grupos.

Nada más llegar, la ferrata impresiona. Hay tanta ferralla y cachivaches en la pared, que uno se pregunta si será capaz de averiguar cómo se utiliza todo. Más te vale, porque si no te quedarás colgado como un salchichón. A todo esto, nosotros no llevábamos cuerdas, y aunque añaden peso, hay que pensárselo dos veces. Una vez empezada, hay sólo un único escape en lo alto, justo cuando se acaba el tramo original de subida, y empieza el nuevo de bajada.

La ferrata empieza con un tramo de cadenas y clavijas, con algún desplome, y que parece pensado para impedir que gente no preparada pueda continuar y meterse en un embrollo. Una vez superada esta criba inicial, empiezan los escalones y un flanqueo donde es más fácil descansar. Yo diría que los ingredientes para tener éxito son: (1) saber descansar, colgándose del cabo de anclaje, aprovechando así para relajar brazos y manos, (2) haber hecho antes otras ferratas y (3) tener fuerza en los brazos, sin necesidad de ser Silvester Stallone. Una vez superado el desplome justo anterior a la escalera con la campanita, que hay que pasar rápido para no quemarse, la parte más "física" de la ferrata está superada.
El tramo inicial con clavijas, cadenas, y algún escalón que otro

Foto en la que se ve la cantidad de ferralla instalada

Flanqueo. El patio aquí ya es espectacular

Desplomes como éste nos harán sudar

Tras tocar la campana que cuelga de la escalera suspendida

En el punto más alto la caída libre hasta el suelo es mucha, y tenemos que habernos dejado el vértigo en casa. A partir de aquí vienen tramos y dificultades menos físicos, pero aún así no debemos subestimarlos, al tener ya los antebrazos y manos "tocados". Primero viene un puente, impresionante pero sin apenas balanceo, luego un pequeño péndulo, y a continuación unas presas de escalada cuadradas que primero van horizontalmente, y luego para abajo. Posiblemente este tramo sea el más complicado técnicamente, y yo preferí en algunos sitios agarrarme al cable, antes que tener algún sobresalto.
Mirando abajo desde el puente suspendido

Mis compis subiendo

Cone cruzando el puente, mientras Vicente supera la escalera suspendida

A continuación viene la barra de bombero, muy curiosa, y la tirolina, que es impresionante al estar tan alta y tener un mero triangulito metálico en el que sentarse para prepararse, y que tiene un ingenioso sistema con una piedra de contrapeso para recuperar. Al ser yo el primero también me dio más impresión, y como me pasé de velocidad, con el rebote me quedé separado del asidero que tienes al llegar, así que tuve que balancearme en el vacío para poder cogerlo (también puedes empujarte cogiéndote al cable de la tirolina).

La tirolina, vista desde el lugar de recepción

Una ferrata muy vertical

Para finalizar, una escalera desplomada, un péndulo mucho más grande que el anterior, cuya cadena además está fuera de alcance y tienes que coger con un gancho, y otra escalera colgada y desplomada que se movía como un demonio, en la que yo creí que mis brazos ya no daban más. Al acabar, sinceramente me alegré.

La escalera final, más difícil de lo que parece porque está desplomada y se mueve mucho

En definitiva, una ferrata muy divertida a la que hay que venir preparado, en la que hay que dosificarse bien, y así el disfrute está asegurado. El entorno en el que está ubicada es también muy chulo.

Y tras la ferrata, a llenar la tripa en el pueblo, que hay tiempo para todo, jaja.

Espectacular el entorno de Sant Llorenç de Montgai. Al final la niebla levantó.