Para la ocasión nos juntamos Aitor, Alejandro, Vicente y Carlos. Hasta la fecha habíamos ignorado este gran pico que se encuentra en una zona no muy concurrida del Pirineo, en el valle de Gistaín, un típico pueblo pirenaico reconvertido al turismo, por el que nos dimos una vuelta antes de cenar en Plan. Llegamos por la larga pista (pero en estado aceptable para un turismo) al refugio de Viadós pasadas las 21:30, por lo que la recepción ya estaba cerrada y casi todo el mundo acostado. Dormimos en el último piso, en una habitación para nosotros solos.

Al día siguiente madrugamos y nos levantamos a las 5:00, porque la previsión era de posibles tormentas por la tarde y además calor, que aumentaría el riesgo de aludes de nieve húmeda. Empezamos a andar un poco antes de las 6:00, con los frontales encendidos pero ya amaneciendo, tomándonos con calma la subida que empieza hacia el norte justo detrás del refugio, y que nos sube cómodamente dando lazadas marcadas con pintura verde, con el macizo del Posets siempre presente.

Cabaña a 2.000 metros, el Posets y el Espadas detrás

Cuando nos encontramos con la señal de Viadós (2.596 m), la ruta discurre por su lado izquierdo (N), y ahí ya estaba lleno de nieve y la ladera es empinada, así que nos pusimos los crampones y Vicente se encordó con su hijo Aitor, que con 9 años es una máquina. Bordeamos por la ladera norte y enseguida giramos a la izquierda, teniendo al frente la cresta, que por la punta del Sabre llega al Bachimala. Pero como había mucha nieve y ése no era nuestro plan, nosotros bordeamos por la izquierda, pasando por el circo sur del pico y encarando luego su cresta oeste, que es mucho más fácil.

Bordeando por el N la Señal de Viadós


Todo el rato se sube, pero el terreno es fácil


En el circo al S del pico Bachimala, que desde aquí ya se ve al fondo

Los Culfreda, que es otra posible ascensión para el futuro. En la lejanía, a la izquierda, el Vignemale

Poco a poco, con calma, fuimos subiendo cómodamente por la nieve, que no estaba ni dura ni blanda, y finalmente nos plantamos en la antecima, donde usamos la cuerda que llevábamos para pasar por el tramo final de unos 90 metros de la cresta, que impresionaba, pero que una vez atravesada tampoco era para tanto, ya que es amplia, y aunque la nieve la afilaba, había bastante margen a ambos lados, ¡pero prohibido dar un traspiés!.

Vicente, en la cima


Mirando la cresta recorrida, antes de bajar


Selfie del grupo, no había nadie para hacernos la foto


Para bajar, como el día seguía siendo bueno, aunque había cada vez más nubes, decidimos volver por el Vado de Bachimala y el refugio de Tabernés, que es más largo, pero que nos permitió hacer una circular aún más interesante si cabe. Para ello, justo al acabar la cresta oeste, a unos 2.600 m, antes de entrar de nuevo en el circo, nos desviamos directamente hacia el sur, evitando algunos riscos y pudiendo quitarnos los crampones pronto. Una vez en el barranco de Bachimala, se anda por cómoda senda, cruzando el arroyo un par de veces, y finalmente bajamos con más pena que gloria (aquí la senda es empinada) hasta el Vado, donde enlazamos con el río Cinqueta de la Pez (menudo nombre), y desde donde sube la ruta a los Culfreda, que presiden toda esta zona.


Bajando hacia el barranco de Bachimala, ya sin nieve, con un color rojizo curioso. ¿Será óxido o algas?


Uno de los puentes que cruza el Cinqueta de la Pez

Siguiendo el río por senda muy bien marcada pero totalmente desierta, pasamos por el refugio no guardado de Tabernés, que tiene teléfono de SOS, dos habitaciones, con mesas y chimenea, aunque sin literas ni colchones; tampoco es que importe mucho, porque se puede llegar con el coche, y te puedes traer un colchón hinchable si quieres. De aquí decidimos ir a Viadós siguiendo la pista para evitar subir más, aunque quizás habría sido mejor por la senda, porque la pista es más larga, y también baja para luego subir.


El refugio de Tabernés

Acabamos la ruta después de unas doce horas, unos 1.500 metros de desnivel y unos 17 kilómetros de distancia. Espero que Aitor no tenga muy buena memoria, o nos cazará uno a uno cuando sea mayor... 😆

Bordas de Viadós y el macizo del Posets, colorín colorado...

La ruta sobre el mapa:


Resumiendo, nos lo pasamos genial, otro tresmil para la saca, con unas vistas muy bonitas, y muy, muy poca gente: en la subida nos encontramos con otros dos valencianos, en la bajada hasta el circo con seis o siete personas más, y luego hasta Tabernés nadie. Da gusto salirse de las zonas super concurridas del Pirineo.