Siempre que vamos a la zona de Benasque me acuerdo que tengo pendiente la vía ferrata de la Croqueta de Obarra, así que otra vez la puse en el punto de mira y... otra vez será...😂. El día anterior nos habíamos pegado una buena paliza en el Gourgs Blancs, andando unas doce horas y pico, con más de 1.700 metros de desnivel, y aunque el domingo no estábamos mal físicamente, no teníamos ganas de hacer la Croqueta, que son 2h30 de recorrido, más un retorno bastante largo.

Total, que buscamos otras opciones, y surgieron dos: la ferrata del Castellaso, en Sesué, que oímos mencionar de pasada durante el desayuno en el albergue escuela de montaña en Benasque, y la ferrata de Refogons, cerca de Campo, también en Huesca. Como ambas son cortas, decidimos hacer las dos.

La del Castellaso (K3) nos gustó, aunque es bastante convencional: una gran pared en la que el primer tramo es tumbado y en el que no hay casi escalones, así que hay que usar la roca con pies y manos, lo que le da un puntillo, y un segundo más vertical donde hay un par de desplomes de poca importancia.


El Castellaso. Cone en la parte tumbada, con la gran peña vista en su totalidad


En la parte vertical


La peña desde el camino de retorno

La de Refogons nos gustó más, pero es muy corta. Está ubicada en un antiguo tramo de carretera antiguo por el que ya no se pasa, y de donde sale un puente antiguo que nos lleva al principio de la ferrata. Estéticamente es muy bonita al estar al lado del río Ésera. El primer tramo es un flanqueo en el que se atraviesa una oquedad mediante un puente corto, y el segundo tramo es una subida muy bonita con 4 o 5 desplomes bastante físicos, para los que hay que ir preparado con buenos brazos, o lo puedes pasar mal, porque además no hay escapes (hay algún rápel en algún punto, pero bastante alto, y quizás te mojes porque caen al río). El nivel K4+ que se le da nos pareció correcto.


Refogons, el flanqueo inicial




En la segunda parte, mucho más física


Sin ser ferratas inolvidables, lo pasamos muy bien, y nos hizo más amena la vuelta a Valencia (luego comimos en Graus, y también ayudó, jaja).