Salida excepcional ésta, a principios de octubre, que no es normal en nosotros porque en estas fechas no hay nada de nieve, y el Pirineo mola menos. Pero como el objetivo era el Gourgs Blancs, que en una guía de Alpina pone, literalmente: ".... Sin ser extremadamente difícil, sí que requiere de la máxima atención", y dado que nuestro nivel no es para tirar cohetes, decidimos hacerlo cuando se recomienda, que es en verano u otoño. Íbamos los ya habituales, que nos conocemos muy bien: Alejandro, Cone, Vicente y Carlos.


El viernes salimos como es de costumbre de nuestro punto de encuentro, en Sarrión, y por esta vez perdonamos el almuerzo en Burbáguena. Comimos en Benasque, y pasadas las cuatro de la tarde ya estábamos andando desde el parking en el valle de Estós, en dirección al refugio. El camino es un poco tedioso, pero por el camino charlamos con un pastor de unas 1.000 vacas (pertenecientes a varios ganaderos de la zona), que dormía en la famosa cabaña del Turmo de la canción de Celtas Cortos, y que nos estuvo contando en qué consistía su trabajo. Fue una charla superinteresante. Tanto, que llegamos in extremis 😅 al refugio para la hora de la cena, a las 19:00. Cena típica de refugio, hablamos un poco con el guarda, que era muy simpático, y nos fuimos a dormir porque queríamos madrugar.


El pastor nos hizo esta foto en la cabaña del Turmo (en algunos sitios escrito Tormo)


Como estaba previsto que la meteo el sábado aguantara por lo menos hasta mediodía, a las 5:30 ya estábamos en marcha. Suponía andar de noche unas dos horas, pero nos iba a dar margen para, por lo menos, subir sin agobios al Gourgs Blancs. La ruta está bastante pisada y bien marcada con hitos, y justo cuando amanecía llegamos al ibón de Gías (unas 2 horas desde el refugio), que rodeamos por la derecha, encarando hacia el puerto de Ôo, al que llegamos en 2h45 desde el refu. Aquí las vistas ya eran espectaculares, tanto hacia el Posets, Gías y Clarabides, como, sobre todo, hacia la cresta de Seil dera Baquo y unos cuantos tresmiles en esa dirección, entre los cuales está el Perdiguero, que algunos tenemos pendiente.


Amaneciendo


Madrugar tiene recompensas como ésta


El sol asoma por la cresta de Seil dera Baquo. Y a su derecha también lo hace el Perdiguero.


Nos pusimos el arnés por si había que asegurarse en algún momento, y empezamos a subir por la cara este del Jean Arlaud, nuestro primer tresmil de la jornada. La subida intimidaba desde abajo, pero al final, sin ser del todo fácil ni exenta de riesgo, se dejaba hacer. Ciertos pasos de grado II o III, con algunas partes en los que la roca resbalaba un poco. Y así llegamos al Jean Arlaud (4h), desde donde ya pudimos contemplar la mole del Gourgs Blancs.


Trepadas varias subiendo desde el puerto de Ôo al Jean Arlaud




En la cima del Jean Arlaud, primer tresmil de la jornada


Empezamos a bajar sin problemas, y como somos muy lanzaos, no vimos y nos saltamos un rápel desde una cinta que hay para evitar un destrepe un poco más complicado justo antes de llegar al collado. Y sin problemas llegamos al Gourgs Blancs, punto culminante de la jornada (3.129 m), con vistas impresionantes, y una cruz con una placa conmemorativa al pirineista Jean Arlaud, que murió aquí.


Destrepando hacia el collado





Últimos metros al Gourgs Blancs, al fondo el Perdiguero, Maupás, Crabioules...



Cima del Gourgs Blancs


Sin demorarnos mucho, seguimos por la cresta, que ya desde aquí se veía no muy afilada. Los hitos iban bastante abajo a la izquierda (cara sur), pero para darle un poco más de interés intentamos seguir por la parte alta de la cresta, hasta que llegamos a un sitio donde tuvimos que rapelar desde un maillón sujeto a dos cordinos, y que le dio un puntillo a la ruta (de no ser por esto, los arneses y la cuerda habrían sido totalmente innecesarios).



El rápel


El rápel, desde abajo, el último rapeló por otro lado, para recuperar más fácilmente


Y sin más contratiempos, culminamos los dos siguientes tresmiles de la cresta: la Torre de Armengaud, y la punta de Lourde Rocheblave, donde se acaba la cresta del Gourgs Blancs. Llegados a este punto, estábamos aún frescos, así que decidimos hacer otros dos tresmiles cercanos, el Camboué y el Saint Saud; por cierto, la vista del Gourgs Blancs y su cresta (lado norte) es espectacular desde aquí, mucho más escarpado que el lado sur.


Cresteando hacia el Saint Saud


Ya quedando lejos atrás, volviendo la vista a la cresta del Gourgs Blancs


En el Saint Saud


Cuando llegamos al Saint Saud, llegaba también un grupo de montañeros jóvenes de Huesca, muy simpáticos, que nos arrastraron a la locura del "tresmilismo" 😆: fuimos hasta el puerto de Gías, y como desde ahí el Clarabide oriental parecía estar a tiro de piedra, ahí que subimos. Una vez en él, el Clarabide central estaba al lado... Para allá que nos fuimos. Y entonces era el occidental el que estaba al lado. Y finalmente, para no dejar el Gías sin hacer, también lo subimos (7h45 desde el refu), completando un circuito de diez tresmiles que unas horas antes habíamos descartado completamente, jaja.

En el Gías, último tresmil de la jornada


Volviendo al puerto de Gías, bajamos al ibón, donde nos remojamos los pies y repusimos fuerzas, de ahí al refugio (esta parte de la ruta la habíamos subido de noche, así que fue novedad ver algo), y después de una cerveza, nos bajamos al parking de Estós, al que llegamos a las 18:45. En Benasque nos dimos un homenaje a la cena, y alguna que otra copa.

En el ibón de Gías


Llegando al refugio de Estós, ¡por fin!


Una actividad genial, mejor imposible.