Sesga es una aldea de Ademuz, a la que se llega por 9 kilómetros de fuerte subida por carretera (tranquilo puerto de montaña para ciclistas) desde Val de la Sabina (otra aldea de Ademuz). Antiguamente parece ser que, si venías desde Valencia, lo más recomendable era viajar en autobús a Aras, y de ahí a pie por caminos y sendas, a Sesga.
Nuestro objetivo hoy era rememorar a aquellos caminantes que, más por obligación que por placer, hacían dicho camino. Sobre el mapa, en línea recta, de Aras a Sesga, hay unos 12 kilómetros, pero como aún no dominamos bien el tema de volar, tuvimos que hacer unos 20, trazando en la medida de lo posible el antiguo camino (nos desvíamos algo para vadear más fácilmente el río de Arcos), con la guía de Satur, que se conoce todas estas montañas como la palma de la mano, y que además de guiarnos, nos contó muchas historias y anécdotas interesantes a lo largo de la ruta. Por ejemplo, pasamos muy cerca del Cerro Moreno, donde, el 7 de noviembre de 1949 guardias civiles asaltaron el último campamento guerrillero de la resistencia organizada en Levante.
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| Salimos a las 6:00 para poder llegar a comer a la Puebla |
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| Espectacular arcoiris con la Luna de fondo, en el valle de Orchova |
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| Pinares hasta donde alcanza la vista |
Más allá de que la ruta es larga, ésta no tiene dificultad técnica, así que no tuvimos ningún problema, y nos deleitamos de las espectaculares vistas, y de la soledad de esta zona, en la que no nos encontramos a nadie. De hecho, y da un poco de pena, tampoco vimos a nadie en Sesga, lo que deja constancia de la poca población que hay en muchas aldeas de por aquí. También es verdad que el viento soplaba con fuerza allí y a ratos había poco sol, así que las pocas personas que habiten en Sesga debían de estar bien resguardados en casita.
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| Abrevadero en Sesga |
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| El grupo al completo |
Hicimos la ruta 12 personas, de las cuáles dos éramos del club de montaña, y después nos fuimos en coche (nos recogieron nuestros amigos y familias), para degustar una buenísima caldereta de cordero en la Puebla de San Miguel. Al volver hicimos una pequeña parada en el molino de la Central para estirar las piernas y ver la cascada que forma aquí el río de Arcos, y que en su día alimentaba al molino.
Para repetir.
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| La comida en el bar de la Puebla, con cremaet incluido |
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| En la cascada del molino de la Central |
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